Por: Alejandro Ortiz Tapia
Estos días han estado muy de la chingada para todos en general. La combinación de la prolongada cuarentena (mi último post fue al inicio de la mía hace más de 90 días), de la incertidumbre económica y de las inminentes consecuencias de la era post-COVID… mi único escaparate en estos días (y también de Hannah) se ha centrado en correr, pero esta vez de una manera diferente: No estamos entrenando para ningún maratón, pues la mayoría de estos eventos en todo el mundo han sido cancelados de manera indefinida, pero corremos más que nunca por nuestra salud física y (ahora mas que nunca) mental.
Durante estos noventa y tantos días me han pasado muchísimas cosas (de verdad debería escribir un libro con todas las cosas que me pasan): Mi papá se enfermo de COVID, se recuperó y regreso al trabajo (obviamente ahora lo puedo contar de una manera relajada, pero en su momento era algo que me tenia con los pelos de punta), mi tío (hermano de mi papá) también se enfermo de COVID y terminó en el hospital por poco mas de una semana para después regresar a su casa, yo sigo trabajando desde casa pero hubo una semana que me sentí muy mal y pensé que ya me había enfermado, pero resultó ser solo parte de las alergias que me dan en temporada de polen.
La veces que he podido correr y poner mi mente en un estado cercano a la meditación han sido los que me han mantenido en un balance total de mis emociones. Esas veces me he replanteado la existencia de este blog (como muy seguido lo hago) y llegué a la conclusión que raramente externo mis opiniones y que muchas veces tengo miedo de publicar las cosas que escribo de manera privada por multiples razones, pero ahora con la presencia de mi hija, me gustaría que ella algún día tuviera la oportunidad de leer las cosas que su papá pensaba en algún punto en el tiempo… gracias por ser una razón más 🌙
No olviden salir a correr 🏃🏻♂️💨