Por: Alejandro Ortiz Tapia
Hace 12 años escribí esto y lo publiqué en Facebook y no quería que se perdiera.
(Marzo 4, 2010)
Las 6:32 pm marcan las lucecitas del reloj, esos malditos LEDS que dan la hora cada que volteo a mirar de reojo el aparato ese. A veces creo que se burlan de mis ganas de huir de una vida monótona, dedicándole ofrendas al tedio.
Así que me propongo a describir alguna de mis aventuras que me ocurrieron durante el día. Busco en mi memoria y no encuentro nada que me pueda llamar la atención, ni siquiera que valga la pena ser recordado, así que en ese mismo instante me deshago de esos recuerdos inútiles. Aprieto los ojos y rehago mi día en mi cabeza empeñandome en ubicar algo. Nada, no encuentro nada. Empuño mis manos y aprieto los dientes, hago muecas mientras escarbo en mi cerebro, debe de haber algo... me rindo, no he encontrado nada.
Me levanto de mi lugar y voy en busca de llenar mi taza de café con el, ya, vital líquido. Me encuentro frente a frente con un compañero de trabajo hindú. Me sonrié y me esboza un tímido saludo. Ahora lo veo en sus ojos, veo que está sumido en la misma búsqueda que yo, que no estoy solo. Ese cabrón y yo hemos tenidos la aventura de este día.