Mi abuelita 👵🏼
Por: Alejandro Ortiz Tapia
La semana pasada recibí unas noticias, que si bien no fueron una total sorpresa, fueron de esas que te mueven el suelo donde te encuentras parado y te duelen hasta lo más profundo de tu ser. Mi hermana confirmaba las terribles noticias: “mi abuelita murió anoche”.
Una avalancha de recuerdos me sobrevino, había tenido una de las semanas más difíciles que he tenido en [probablemente] toda mi vida. Ayudé a mis papás y tía organizar sus vuelos para que viajaran de inmediato a México. Esos momentos me llenaron de mucha frustración porque sabía muy bien que no podría viajar con la familia a ¿despedir? enterrar a mi abuelita.
Tuve mi duelo muy en privado, mi despedida muy a nuestra manera. Mi abuelita fue de esas abuelitas que deben ser para siempre… cómplice, amiga, cariñosa, etérea y ahora eterna.
Aquí como mi tributo me gustaría escribir una eulogía a mi abuela:
Mi abuelita [María Julia Mireles Ferreira] tenía 91 años bien cumplidos, la sobreviven sus 4 hijos [entre ellos mis padre: el gallo 🐓] y sus dos hijas.
Escribir sobre mi abuelita es escribir sobre mi infancia y sobre todo mis vacaciones (de invierno y verano) a un pueblo muy chiquito allá cruzando la sierra de Guanajuato, pegadito a Michoacán: Jacales, Guanajuato.
Platicar sobre mi abuelita es sobre platicar los momentos más importantes de la familia [los tristes y los alegres]: nacimientos, cumpleaños, quinceaños, bodas, funerales… mi abuelita era ese pegamento que une a las familias, eso son las abuelitas al final de cuentas.
El olor a campo, a tortillas recién hechas acompañada de los frijoles más deliciosos, a navidad, a guayabas, limones, a tierra mojada, a abrazos, a los mejores consejos para mi vida, a los saludos que nunca dejaron de faltar para mí y mi familia, a cajeta recién hecha, a queso recién hecho, a gritos del puerquero, a carnitas, buñuelos y todas las delicias que comimos cuando te visitamos. Todos esos y muchos más olores son los que me transportan hasta mi abuelita.
Mi abuela fue una mujer muy chingona para ser muy sincero y concreto en mi memoria. Sacó adelante a su familia después de quedar viuda desde que mi padre era muy chico. Navegó un mundo que está hecho para hombres (mucho más el mundo de una región rural) y supo prosperar ante toda la adversidad. Ella era resiliente y sobre todo me enseño a reír ante todos los obstáculos.
Gracias por todo mi María.
Ahora me acompaña tu bendición para toda la vida.
** Gracias a todos las personas que me mandaron mensajes, llamaron y estuvieron al pendiente de mi.
Lo agradezco y los abrazo con el corazón. **